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De cómo el conocimiento puede ser libre

Jesús M. González Barahona

  Publicado originalmente en la revista TodoLinux
Número 23, pág. 12-13, Agosto de 2002

En abril de 2001 el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) lanzó el proyecto OpenCourseWare (OCW, algo así como material para cursos abierto). Este proyecto consiste en la publicación, libremente y en la Red, del material usado en la mayoría de sus cursos, de forma organizada, uniforme, y con acceso fácil. Este proyecto supone un aire fresco en el panorama de la educación superior, dominada por los intentos de controlar la información (tanto la producida para la docencia como la que es resultado de la investigación). Contra las tendencias a la privatización del conocimiento, la iniciativa del MIT trata de promover la máxima difusión del conocimiento.

Si esta iniciativa la hubiera propuesto una universidad desconocida, su impacto sería discutible. Pero habiendo partido de una entidad del prestigio del MIT su efectividad, su solvencia y su influencia sobre el desarrollo del modelo de universidad en el siglo XXI pueden ser determinantes.

Los ideales de la Ilustración

La lucha por la libertad del conocimiento está en el origen del progreso de la humanidad. Una de las revoluciones sociales más destacadas, la Ilustración, supuso en gran medida precisamente esto: hacer del conocimiento un bien público, al que todos los ciudadanos pudieran tener acceso. Con el uso de las tecnologías disponibles en la época (fundamentalmente la impresión sobre papel) se trató de acercar el Conocimiento, con mayúscula, a grandes capas de la sociedad. Los efectos fueron parciales, naturalmente. Gran parte de la sociedad no podía leer. La calidad de las cadenas de distribución de obra impresa dependían mucho de la geografía. Y no todo el mundo tenía suficientes recursos para adquirir todas las obras impresas en que podía estar interesado.

Con el tiempo, grandes esfuerzos de instrucción pública redujeron el analfabetismo. Los nuevos medios de transporte de los siglos XIX y XX hicieron posible poner una obra impresa en casi cualquier parte del mundo. Y la red de bibliotecas públicas aseguró, al menos en cierta medida, el acceso de todos al conocimiento, a la cultura. A finales del siglo XX, muchos promotores de la Ilustración habrían pensado que uno de sus fines estaba en vías de conseguirse.

Sin embargo, la aparición de Internet, y con ella de la publicación electrónica accesible desde cualquier parte del mundo a coste prácticamente nulo ha cambiado las reglas del juego. Por un lado, ha hecho posible la difusión universal de información, sin necesidad de transporte físico ni de impresión en papel. Basta con poner una obra en el web para que cualquiera pueda acceder a ella. Pero por otro lado, ha hecho posible un nuevo negocio, la venta del conocimiento de forma completamente racionada y controlada. Con los nuevos métodos técnicos y las legislaciones de limitación de acceso a la información, el control de quién tiene acceso al conocimiento queda férreamente en manos de los editores de contenidos. Y la tendencia parece ir en la dirección de darles más y más poder en detrimento de lo que pueden hacer los consumidores de información. Además, ante la posibilidad de comercializar la información para mercados enormes (potencialmente todo el mundo), los incentivos para no publicarla libremente (incluso si a medio plazo no hay planes de comercialización) anima a mantener los contenidos tan controlados y secretos como sea posible.

La idea del MIT

Precisamente preocupados por esta privatización del conocimiento en su ámbito (la enseñanza universitaria), el MIT ha anunciado su proyecto OpenCourseWare. Ya el nombre del programa nos da pistas sobre su inspiración: el software libre (u Open Source software). La idea es, en parte, trasladar el modelo de software libre (o al menos parte del modelo) a la producción de materiales para cursos académicos.

El proyecto fue anunciado en abril de 2001 como un compromiso para dejar en el web, libres para su uso no comercial, los materiales de casi todos los cursos impartidos en el MIT, unos dos mil. Al cabo de año y medio, el proyecto da sus primeros frutos, con la publicación del material de unos veinte cursos, a modo de ejemplo y de prueba del proyecto. Estos materiales quedarán, por lo tanto, a disposición de cualquier estudiante, profesor, o en general, cualquier persona interesada en consultarlos. Además, se pretende ofrecerlos de una forma integrada, de fácil uso, y con énfasis en la relación entre unos materiales y otros.

Entre otras preocupaciones de los profesores del MIT que han llevado a la concepción de este proyecto destaca la posibilidad, cada vez mayor, de que los contenidos de sus cursos sean distribuidos sólo de forma restringida, y no sirvan para el fin último de difundir y ayudar a ampliar el conocimiento. Citando la nota aparecida en MIT News (traducción libre):

``[El programa OpenCourseWare] expresa nuestra creencia en la forma en que la educación puede avanzar: mediante la constante ampliación del acceso a la información, y mediante la invitación a otros a participar.''

Por lo tanto, OCW marca una diferencia sustancial frente a la tendencia que se puede observar cada vez más en las universidades de todo el mundo. En lugar de pretender controlar lo más posible los materiales producidos, buscando rentabilizarlos económicamente, propone justamente lo contrario: permitir el acceso libre, para que su impacto sea lo mayor posible.

¿Dónde está lo novedoso?

Si el proyecto OCW se hubiese limitado a la publicación del material de cursos ya sería extraordinario, pero no tan novedoso. Porque aunque es bastante extraño que una universidad (y menos una de tanto prestigio) anime institucionalmente a la publicación libre de estos materiales, es relativamente común que muchos profesores, a título casi personal, lleven años haciéndolo. Una rápida consulta en cualquier buscador de Internet nos dará cientos y miles de referencias a materiales de cursos que están disponibles en Internet para quien quiera consultarlos.

¿Dónde está lo nuevo entonces? Por un lado, la decisión institucional, después de un proceso de reflexión, y con el apoyo mayoritario del claustro de profesores y de la dirección de la universidad ya es, como he comentado, algo excepcional. Pero el MIT ha ido un paso más allá. No sólo va a permitir que sus profesores {\em cuelguen} su material en la Red. Lo va a fomentar. Va a proporcionar todo este material de forma integrada, relacionada y accesible. Y además, la cantidad del material (y su calidad) va a ser también extraordinaria: dos mil cursos en todas las ramas de la técnica. Y va a dedicar considerables recursos a hacer todo esto realidad.

A estas alturas es muy pronto para estimar con certeza el impacto que tendrá esta iniciativa. Pero es posible que cambie en gran medida los usos habituales en cuanto a material para cursos se refiere. Por un lado cada libro, cada juego de apuntes, cada manual, se va a comparar (por los alumnos, por los profesores) con el que estará disponible en el MIT para esa materia. Rápidamente cualquiera que los compare se va a formar una idea sobre su calidad, al menos en relación al material elaborado en el MIT. Y probablemente el MIT es un buen competidor en este negocio... Va a ser difícil que un profesor trate de imponer, por ejemplo, sus apuntes a los estudiantes, si estos apuntes son mediocres.

Por otro lado, es de suponer que la influencia del MIT en las enseñanzas técnicas de todo el mundo (que ya es ciertamente apreciable), aumentará notablemente. Es de esperar que muchos profesores en todo el mundo elijan como textos base los que proporcionará el MIT, u otros basados en ellos. Naturalmente, el retorno que recibirá el MIT en términos de imagen no será despreciable.

Desde otro punto de vista, el impacto en los países menos desarrollados, donde el acceso a materiales docentes de buena calidad es más difícil por razones de coste, será también grande. En cuanto el acceso a Internet se vaya haciendo habitual (y hasta cierto punto ya lo es, al menos en las instituciones universitarias de estos países) no habrá ninguna barrera económica para el acceso a textos que estarán sin duda entre los mejores en su campo.

En cuanto a la colección de material que proporcionará OpenCourseWare en sí, la disposición de esa cantidad de obras, bien estructuradas, interrelacionadas y fácilmente accesibles se va a convertir en una gran enciclopedia de obligada consulta en todos los campos del conocimiento que va a cubrir. Muchas veces se ha dicho que Internet es la Enciclopedia de nuestra época. Proyectos como este probablemente van a dotar de significado literal a esta frase.

Por último, es de esperar un cierto efecto arrastre. Va a ser muy difícil competir con materiales {\em con licencia tradicional} frente a estos. Quizás eso (junto con las ventajas ya mencionadas) anime a otras instituciones a tomar decisiones similares.

La realización del proyecto

El anuncio del MIT no ha sido sólo una declaración de intenciones. Inmediatamente después de su presentación pública, se aseguró financiación para su lanzamiento: unos 11 millones de euros, para los dos primeros años (dinero aportado por dos fundaciones privadas). Durante la duración del proyecto (10 años) se espera que el MIT tenga que desembolsar alrededor de 10 millones de euros anuales, que procederán de sus propios fondos y de donaciones.

Estos considerables recursos se han utilizado para establecer un grupo estable que se encargue del diseño detallado y de la coordinación. Además, se va a usar el servicio de publicaciones del MIT, y varios de sus centros van a colaborar específicamente en las fases de elaboración y publicación de material. Por último, naturalmente, los profesores del MIT que quieran (la participación del profesorado será voluntaria, pero se espera que sea masiva).

El proyecto ya está empezando a dar sus frutos, con la publicación de los primeros materiales. Su impacto en la comunidad universitaria mundial está empezando a percibirse, en la forma de discusiones y debates sobre cómo se debe gestionar la producción intelectual. El tiempo dirá si este impacto es duradero.

Para terminar...

El proyecto OpenCourseWare es, sin duda, una iniciativa excepcional. Todavía es pronto para saber si supondrá un punto de inflexión en la historia de la enseñanza, o si el tiempo la convertirá en una mera anécdota. Pero desde luego es una forma novedosa de aproximarse a las nuevas posibilidades y a los nuevos problemas que nos ofrecen los nuevos mecanismos de transmisión de información. Más allá de tratar de reproducir modelos antiguos en el mundo de las comunicaciones digitales, OCW supone un intento de repensar, desde sus propios fundamentos, lo que se puede hacer cuando la tecnología base ha cambiado.

Porque toda la comunidad docente está segura de que Internet y su uso universal va a cambiar muchos esquemas en la enseñanza. Pero hay pocas iniciativas que propongan caminos nuevos, y nuevos esquemas que aprovechen y se adapten a esta situación. Quizás, frente a las opiniones más pesimistas que nos muestran un futuro con el conocimiento parcelado, con fuertes restricciones de acceso a la información, y con trabas para la difusión universal de la cultura, OCW nos ofrece una visión mucho más optimista. En ella, se muestra cómo pueden aprovecharse las nuevas oportunidades para conseguir una difusión del conocimiento sin precedentes en la historia de la humanidad. Desde luego, las posibilidades que nos ofrece esta visión, en caso de realizarse, son difíciles de imaginar...

Nota: El proyecto OpenCourseWare está en http://web.mit.edu/ocw

Libro "Sobre Software Libre" - - http://gsyc.escet.urjc.es/~grex/sobre-libre